jueves, 29 de julio de 2010

Penas, nada más que penas


A nadie contaré mis penas, son penas sin importancia, que sólo a mi puede interesar.
No esperen, que de mi boca, salga un quejido, de dolor y amargura. ¿ Cuantos de estos desengaños, han llorado por lo mismo ?
Para estos no hay remedio, el tiempo puede ser el bálsamo, sin seguridad, pero intentar olvidar, si el corazón no lo permite, es imposible olvidar.
Si yo les digo a ustedes, que la quise de verdad. ¿ Cambia en algo la situación ?
¡ La historia sería igual !
Nada nuevo hay bajo el sol, un hombre, enamorado, de una mujer que no se merece tal amor y
aprovecha sus favores, siendo hermosa y gentil, hasta el día que conoce otro amante.
¡ Ya les dije ! Son penas sin importancia, que no merecen, la menor atención.
Me gustaría hablar de ellas y compartir mi dolor. ¿ A ustedes les interesa los latidos, de un corazón, herido ?
Les aseguro que la quise y la respeté, también. Le di todos sus caprichos, sin importar si yo podía, quería tenerla conforme. ¡ No quería pensar, vivir sin ella !
Y hoy, al perderla, me doy cuenta que mi vida no es vida. Es como una herida abierta y ella es
la sal, que no permite cicatrizar y olvidar.
¡ Pero no se hagan problemas !
Tantos casos que hubo y tantos otros que habrá. Las lágrimas formarán un río, que desenboque en el mar y se perderá en la distancia y ya nadie recordará.
¡ Son mis penas, yo las viviré, las regarán mis lágrimas, para mantenerlas frescas !
Son penas sin importancia. ¡ Gracias, por escuchar !

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