jueves, 18 de octubre de 2012

La Primera

De mis años de mozo suelo recordar una mujer. Ella fue la que me tomó de la mano y me guío por los caminos que el sexo despierta en el joven y se adueña de lo que cree que es el amor.
¿Mi primer amor, mi primer deseo? ¡Mi primer cuerpo que tuve a mi lado!
De ella aprendí lecciones que nunca olvidaré; aprendí la fuerza del deseo, en la juventud, aprendí que eso no es amor, aprendí responder a mi juventud sin saber que los años aplacarían mis ansias, transformándolas en cariño, respeto y comprensión, junto a la mujer amada.
De ella aprendí que sus manos inquietas y curiosas abría un fuego en mi interior, elevándome por las nubes en un mundo de fantasía y placer, que dejaría cenizas que el viento del olvido las arrastraría hasta el mar y en mi mente nada quedaría.
¡Pero en mi mente quedó!
No recuerdo su rostro, nunca supe su nombre, pero recuerdo su risa, el calor de su piel, la agilidad de sus manos, sus besos ardientes que mordian mis labios y yo sin sentir el dolor.
¿Que hacer con mis manos? Temblaban sin pausa, cobardes que fueron, sin saber que hacer con ellas.
Mujer de rostro olvidado quiero ponerte un nombre para llamarte en mis sueños.
¡Grecias: así te llamaré!
Mario Beer-Sheva
pensamientospoemas@gmail.com
"De mis disparates de juventud lo que más pena me da no es el haberlo cometido, sino no poder volver a cometerlos"
Pierre Benoit.-

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