martes, 20 de abril de 2010

El Cielo y La Tierra


Antes de la última palada, ya nadie quedaba, se fueron vecinos, amigos y parientes, que estuvieron ausentes.
Mi dolor se quedó, esperando a su amo. Mis lágrimas, mojaron mi rostro y al llegar a mis labios, bebí la sal de las mismas y con gran
sorpresa, comprobé, que no eran saladas, que eran amargas. Como lo fuera mi vida, como lo fuera mi suerte.
Quedé solo, con ella, la tierra húmeda sobre su cuerpo. ¿Era o quizás
mis lágrimas, que en la tierra caia?
Después de varias horas que la tarde huía, las flores que le había llevado, morian con ella, con
tristeza vi como se ponian mustias, marchitas, sus pétalos mancharon la tierra, en que ella dormia, dejando una marca, que solo yo veía.
Intenté despedirme y no podía, recordé los años, muchos de ellos felices, cuando formamos nuestro hogar y llegaron los hijos, si hasta pareciera0 que habíamos unido el cielo con la tierra,
los árboles con el sol, la luna en los jardines, cupido con sus flechas, hacia más alegre nuestro
amor y nosotros, con nuestros dos retoños, íbamos orgullosos mostando el fruto de nuestra
pasión, de nuestro sueño, de nuestro amor.
Los hijos, no son sueños, son realidades y sus padres, siempre esperan, que tendrán de ellos,
risas y alegrias y nunca sin sabores.
Vecinos y amigos estuvieron presente, no así los parientes, los hijos, que fueron nuestro orgullo... estuvieron ausentes.
¡ El cielo con la tierra no pueden unirse !

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