Donde el cielo, con su capote negro, anunciando la lluvia
que pronto
a de caer; despierta en mi, el hastío en la memoria donde
guardo los
recuerdos que prefiero que duerman ahí…
En ese momento el miedo invade mi mente y como un demente,
aquellos
recuerdos, que debo olvidar, afloran como una estampida y
enloquecidos,
sin piedad, avasallan mis horas y me hacen sufrir…
En las tardes de lluvia mis ojos húmedos, apuran los
recuerdos, mojan mis
mejillas y como brazas encendidas queman mi corazón. El
llanto retenido
escarba en mi mente, hasta llegar a la mujer que como un
cobarde dejé…
Día a día la recuerdo, con sonrisas y placer, pero en las
tardes de lluvia
lloro, como un hombre, por aquella mujer. Fue en una de esas
tardes en
que nos conocimos, en una tarde igual hicimos el amor y en
otra tarde, de
lluvia, nos separamos sin un adiós…
Los años han pasado y huellas han dejado; huellas antiguas
que en el barro
seco quedaron marcadas y se vuelven húmedas, en las tardes
de lluvia, para
recordar un amor sublime que inconscientemente dejé morir…
En las tardes de lluvia siento un gran dolor. Tu ausencia me
está quitando la
razón y como una maldición espero la próxima tarde de lluvia
para recordar
mi dolor…
Mario Beer-Sheva
“Los poetas crean castillos en el aire y los locos los
habitamos” Anónimo.-
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