jueves, 16 de septiembre de 2010

La Culpa fue de La Luna


Pompeya, mi fiel guitarra, compañera de entreveros, alegrias y tristezas, ven a mis brazos, que de tus cuerdas, quiero arrancar, sonidos que representen, la amargura, que en mi corazón quedó.
Tu sabes cuanto la quería, como la cuidé y en una noche de luna, se fue con otro querer.
Algunas, malas lenguas, dicen que la luna tuvo que ver, la luna estaba en llena y cuando eso ocurre, hasta los muertos se levantan para ver.
Pompeya, querida guitarra, tu y tus cuerdas saben de mis poemas, de mis canciones, de mis coplas, todas fueron dedicadas a esa infiel mujer.
Recitaba para ella y ella lloraba de alegría, mientras le juraba amor eterno, a este trovador. Su boca sedienta, que pedía calmar su ansiedad, sus manos inquietas, como buscando las mías, su cuerpo que ardía, como fuego en la leña seca.
¡ Y yo le creía !
Y por ella estaba dispuesto, hasta dar mi vida, mi honor, mi nombre, todo.
¡ Total, a ella la tenía !
Y una noche, de luna llena, que alumbraba como el sol del medio día... ¡ Por otro hombre me dejó !
Pompeya, quiero contarte, que consulté con hombres sabios y mujeres, del mismo nivel, y
coincidieron, que la luna llena, la encandiló y fue la culpable, de romper mi amor.
Creo en las palabras, de los hombres y las mujeres sabias. Recuerda, Pompeya, cuando la luna
esté completa, que tus cuerdas queden mudas, guardadas en un rincón.
¡ Hasta que veas, aparecer, el sol !
Mario Beer-Sheva

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