Muy en las alturas, veo con asombro, volar palabras lejos de
mi vista;
me hace imposible leerlas e intento llamarlas a mi lado,
alcanzarlas
con mis manos para dibujarlas en el papel pero nada de eso
resulta.
Palabras que brillan, que ríen, que sueñan y hasta algunas
se las oye
suspirar; están muy lejos para bajarlas y hacerlas mías, en
mis escritura,
en mis pensamientos, en mis ideas, en mi decir.
Palabras que guardan un sentido que no alcanzo a comprender,
algunas
son palabras y otras letras, nada más, pero si no están a mi
alcance de
nada me sirven. Y así mis días de escritor derrotado no
encuentra rumbo
para hilvanar una historia, un poema o aunque sea un
pensamiento, que se
pueda escribir y entender.
¿Qué será de un escritor sin palabras, de hojas en blanco y
de pensamientos
ausentes, en el recuerdo de ayer? ¡Todo será en vano si no
hay creación!
Que vida tan ingrata nos espera sin las palabras de un
escritor, que método
utilizaremos para comunicarnos las noticias que día a día se
entreteje en
nuestra vida, dándonos otra óptica, que nos cambia en la
manera de vivir.
Palabras sin sentido, oídos sordos, ojos que no ven,
garganta sin voz; todo
está perdido.
¡Idioma que nadie entiende, que hieren sin cuchillo, que
matan nuestro interior!
Mario Beer-Sheva
“La riqueza espiritual no sufre bancarrotas” José Narosky.-
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