Romperé mi silencio para gritarte en la cara que nada más
quiero
saber de ti. Haré oídos sordos cuando mi cama extrañe tu
cuerpo,
mis brazos tendrán que acostumbrarse a que falta tu calor,
mi boca
no volverá a besar hasta que el gusto de tu boca abandone mi
sabor,
no haré caso de tus palabras ya que ellas engañaban mi
corazón.
¡Que lo sepas por mi!
Que no te tome de sorpresa, que no llegues a enterarte como
un simple
comentario más, quiero ver tu cara si muestra el sufrimiento
de un
amor perdido o en cambio la indiferencia de un desamor.
¡Qué lo sepas por mi!
No te mentiré; no he dejado de amarte, te he amado demasiado
para que
eso fuera posible. Los amores, hay veces, que nos defraudan
pero eso no
permite que de ellos nos olvidemos. Nuestro amor fue motivo
para que
sus raíces se claven más profundo en nuestras almas.
¡Que lo sepas por mi!
Que tus oídos escuchen mis palabras y ellas queden grabadas
en tu mente,
que diariamente te lo hará recordar. Y cuando tus años pasen
y un día, no
muy lejano, notes la soledad y el rechazo de hombres que te
desearon por
tu juventud y hoy darán vuelta la cara como una pesadilla de
otra edad.
¡Que lo sepas por mi!
¡Hasta mis lágrimas serán un placer!
Mario Beer-Sheva
“Si a todos nos doliera el dolor del prójimo, casi no habría
dolor”
José Narosky.-
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