lunes, 7 de febrero de 2011

El Silbador


Haciendo de cuenta que no estoy presente, mencionaré algunas de mis virtudes; no fumo, no bebo, salgo poco de noche, no necesito trabajar
(tengo un buen pasar) mi auto tiene pocos años y vivo, de mi propiedad, en un departamento, en la diagonal principal.
Estoy al día con mis cuentas, hace tiempo que no las
miro; me gusta el baile, pero no mucho, salvo boleros u otros ritmos lentos, que marcha más aprisa mi corazón y si es posible no hacer trabajar la imaginación. No tengo defectos, visibles, cualquier espejo lo dirá y soy elegante, de lejos se nota, ya.
Un sólo inconveniente tengo, una enfermedad ( que no lo es ) hereditaria,
como la tuvo mi padre y de mi abuelo, ni hablar.
¡ Me enamoro con facilidad !
Soy tierno de corazón, me gustan mucho las mujeres y no distingo, las lindas de las feas;Me gustan todas en general y además, también, en particular.
¿ El secreto ?
Está en mi silbido, que lo entono con tanto amor y no hay mujer que se
resista, cuando me escucha silbar.
Lo mismo pasó con mi padre, que mi madre le prohibió silbar, ya que al
hacerlo, las mujeres lo atacaban, en cualquier lugar. Cuando mi abuelo, con el mismo defecto, de Ucrania se escapó, al llegar al puerto de Buenos Aires, muchas mujeres esperaban su arribo, por las noticias que llegaron
del otro lado del mar y a gritos le pedian que silbe sin parar, las mujeres
enloquecían por la melodía que mi abuelo, con sus labios, ejecutaba con maestría, hasta hacerlas delirar.
Como verán, puedo ser un esposo perfecto, que siempre está enamorado.
¿ Será por eso que silbo sin parar ?
Mario Beer-Sheva

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