lunes, 31 de agosto de 2009

La Mal Querida

Leí la nota, grité a las paredes, mi congoja, mi sufrimiento, mi dolor,
mi abandono, mi pesar.
Fui a la playa y al mar, a gritar su nombre, subí a las montañas y entre
los hielos eternos, grité su nombre. Bajé al valle y en la profundidad lloré
y mis lágrimas cayeron en el río, corriente abajo. El río llevó mi grito desesperado,
Los bosques hicieron eco de este ruego de dolor y abandono.
Por las calles repetía su nombre de noche y día. En la desesperación
paraba a la gente y preguntaba por ella. Me tomaron como un loco y
así era: un loco. Un loco de amor abandonado, sin proyectos, sin futuro,
sin horizonte , que pueda darme fuerza luchando por los dos, pensando
en la lucha compartida, soñando con una vejez con mi amada. Con mi
amada que ya no está.
¿Acaso puedo vivir sin ella?¿Acaso puedo vivir sin su amor?
Cómo podré pasar las noches sin tener su cuerpo a mi lado, pensar que
compartirá la cama con otro hombre. Que su cuerpo, que velaba mis
sueños, velará un cuerpo ajeno. El aroma de su perfume, las caricias de
sus manos, la tibieza de su piel, el brillo de su cabello, nada de eso será
mío, todo será de él.
¿Donde habrán quedado sus promesas? Seguramente con la ropa que le
he comprado, con trabajo y alegría, y hoy las cargó en sus valijas y con
ella se las llevó.
¿Pero qué veo? Ahí está en la puerta, volvió, volvió mi amada. Y yo la
perdonaré. Ella recapacitó y se dio cuenta, igual que yo, que uno sin el
otro no puede vivir. Le abriré la puerta:
“Querido, he vuelto porque él se arrepintió”

**La Mal Querida**
Mario Beer-Sheva

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