martes, 10 de noviembre de 2020

**M.** (tu nombre)

 

**M.** (tu nombre)

 

Repito tu nombre; tu nombre tiene el sabor de lo prohibido, de mis brazos

que quieren rodearte, de mi boca que busca tu boca, de mis ojos que sueñan

con los tuyos, de mis manos que añoran tu cuerpo…

Repito tu nombre; como si fuera una plegaria, un rezo, un pedido, un ruego.

Estoy convencido que entre nosotros está todo perdido pero así y todo sueño

contigo. Y en el sueño clamo por “M” (tu nombre) pero tú no respondes solo

el silencio es testigo de mi desventura…

Repito tu nombre; en mis noches en blanco, en mis días sin sol, en la luna que

no se hace ver, en las estrellas sin luz, en mi vigilia esperando el milagro que alguien repita tu nombre y yo lo pueda escuchar…

Repito tu nombre; en un suave murmullo que nadie lo pueda captar y mi

corazón al nombrarte se acelera como queriendo escapar de mi pecho y salir

a buscarte y pedirte perdón por haber sido cobarde y haberte dejado ir…

Repito tu nombre; como una letanía quizás pienso que me ayudará a soportar

la amargura de haberte perdido o quizás solo de haberte conocido. Tú sabes

mi edad siempre supiste de mis compromisos y con cada beso con cada caricia

Y con cada promesa los dos sabíamos que nuestro amor no tenía futuro que

estábamos condenados a renunciar a él y hasta  pronunciar nuestros nombres.

Castigo que la sociedad nos impuso, castigo que estamos cumpliendo.

¡M. (tu nombre) nadie me lo podrá quitar!

Mario Beer-Sheva

pensamientospoemas@gmail.com

“La ingratitud de los hijos nunca contagia a los padres” José Narosky.-

  

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario