Mis pasos tienen memoria y sin titubeo, al internarme en el
bosque,
me lleva al viejo pino que un día nos cobijó. En su tronco
se nota
el corazón que mi cortaplumas dibujó, atravesada por una
flecha
como promesa de un amor que en nosotros vivirá. Nuestras
iniciales,
a pesar de los años transcurridos, se notan con claridad.
Me apoyo en el árbol, buscando el calor de tu cuerpo, y solo
consigo
que mis manos acaricien el viejo tronco.
¡ Tu no estás ! Años y años han pasado, sólo el recuerdo
queda del aquel
amor que el álamo pudo entender. Él fue nuestro testigo y
como muestra,
en su tronco, supo guardar el mensaje de nuestro insipiente
amor.
Nos dijimos: “ es el árbol que vive en el bosque del
recuerdo, que siempre
en nosotros estará”
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El hachero, con su hacha en hombro, se acercó al álamo y con
un filoso
golpe al árbol quiso derribar. Inexplicablemente el hacha
rebotó en el
tronco y se escuchó al hombre decir: “ Es un árbol de amor,
imposible de
quitar “
Mario Beer-Sheva
“Tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro es fácil,
lo difícil es criar
un hijo, regar el árbol y que alguien lea mi libro” Anónimo.-
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