lunes, 7 de noviembre de 2016

**Maldigo**


 

 

Tu boca maldita que me habla al oído, diciendo palabras que

enciende mis días, quemando mis noches, mientras espero confiado

 tus falsas promesas que solo hace mantener mi eterna agonía.

¡Maldigo, maldigo!

El haberte visto, ya que contigo aprendí lo que es el amor que

esclavizó mis días, llenando mis noches, con ilusiones que nunca se

cumplieron y solo sirvieron para herir mi alma y alimentar mi rencor.

¡Maldigo, maldigo!

El haberte conocido, en un momento que mi vida, sin rumbo ni destino,

creyó en tus palabras, como si fueran sagradas, cuando en realidad tus

intenciones era aprovechar mi alma confundida, para tus vicios sin medida

y sin razón.

¡Maldigo, maldigo!

Dejar que mis manos acaricien tu piel y tu entre suspiros me hiciste creer

que había conquistado tu corazón; que en realidad tu corazón es un trozo

de hielo que congeló tu sangre y huele a maldad.

¡Maldigo, maldigo!

Las horas encerradas en cuatro paredes haciendo, planes olvidando nuestros

compromisos de hogar y familia, pensando acaso por un milagro de tu sangre

fría y helado corazón

Ya nada queda, ya todo pasó, los leños son cenizas que el viento dispersó.

Solo me queda decirte:

¡Maldigo, maldigo mi eterno amor!

Mario Beer-Sheva


“El hombre realmente culto no se avergüenza de hacer preguntas a los

menos instruidos.” Lao-Tsé  

   

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