domingo, 13 de abril de 2014

**El Fin De Un Cazador**




Una mañana de primavera el cazador salió de su casa silbando una
melodía que alegraba su optimismo. Se adentró en el bosque, que tan
bien conocía, buscando la senda que lo acercara al río, donde en su
orilla, crecía un enorme sauce que daba reparo y frescura a los zorros
mientras saciaban su sed, aprovechando la sombra disfrutando del
descanso y el rumor del río.
Fue en ese lugar que el cazador armó su trampa; los afilados dientes
de hierro quedaron disimulados entre la hojarasca donde la presa no
vería el engaño.
Sigilosamente y con paciencia, a unos metros de la treta armada, tomó
asiento junto al tronco de un árbol; a un lado la escopeta, al otro el
cuchillo, entre sus manos el libro sagrado, con el cual todas las mañanas
rezaba, atento el oído, comenzó a orar.
No pasó mucho tiempo que escuchó como la trampa saltaba por una
pisada desafortunada para su presa. Guardó el libro, sin antes besarlo,
tomó su escopeta y su cuchillo y rápidamente se dirigió a terminar su
faena.
Grande fue su sorpresa cuando notó que en la trampa solo había una pata
de zorro mientras el animal herido había huido de los afilados dientes.
¡La pata por la libertad!
………………………………………………………………………………….
El cazador tomó la trampa, la escopeta, el cuchillo; todo lo echó al río. Se
alejó del lugar sin besar el libro.
Mario Beer-Sheva
“Recuerdos viejos suelen traernos dolores nuevos” José Narosky.-





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