sábado, 30 de marzo de 2013

El Teléfono Sonó

En la enorme casa y en todos lados se escuchó; sólo un habitante había en  ella que no se molestó en atender. Sabía quien llamaba y la razón de la misma. Nuevamente pediría perdón y una y muchas excusas con él, todas mentiras, ninguna real, nadie las creería, la experiencia así lo decía...
El teléfono seguía sonando, como si fuera un pedido de auxilio, de nada servía; su corazón estaba sordo, sólo lloraba y sufría, sólo quería morir y dejar de escuchar el pedido de una mentira, de una mentira repetida, de una mentira que tanto mal le hacía...
Nada servía, el ruido del teléfono cubría los espacios de la enorme casa y su único habitante, como un poseído, hacía oídos sordos ignorando el tono que la máquina producía con capricho y constancia, esperando que alguien conteste su llamada, cosa que no ocurría...
¡De pronto se hizo el silencio! Sorprendío asustando al hombre, se sentó frente al teléfono, como si esperara que resucite. El silencio llenó el espacio y a su habitante le produjo un fuerte temblor; levantó el tubo esperando una señal de vida y sólo el silencio le contestó...
Mucho tiempo después lo encontraron aferrado al teléfono esperando algo que no llegó. El teléfono estaba roto...
¿Muerto el perro, muerta la rabia?
Mario Beer-Sheva
pensamientospoemas@gmail.com
"Se necesita tiempo para reconocer al hombre justo. Pero basta un solo día para revelar el perverso" Sófocles

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