¡Hablar!
A
viva voz; que como un volcán en erupción de nuestra garganta eche al viento
las
verdades que oculta nuestros corazones. Tantos años callar, por tu imagen y la mía,
el silencio de los pecadores, el castigo por creer en el amor, por haberse
enamorado
de quien no deberíamos habernos enamorados, por no haber puesto
un límite a nuestros corazones. ¿El límite,
acaso lo hay?
¡Hablar!
Y
que nuestras voces como profundas raíces se claven en todos aquellos que
quieran
saber. El secreto murió y la verdad como un faro en el mar se erige
solitario
para auxilio del navegante perdido. Que todos los sepan que muera
el
silencio romper las cadenas y divulgar la verdad.
¡Hablar!
Sin
nada que esconder; que nadie nos reproche que nadie pueda criticarnos que
la
libertad a amar sea sublime como la libertad del hombre. Que nuestras noches
nos
traigan sueños felices a nuestra alcoba y renunciar a escondernos en árboles
y
zaguanes por un beso robado o un abrazo deseado, olvidar los hoteles que
amparaban
nuestros pecado por habernos amado de la forma que nos amamos.
¡Hablar!
Y
así demostrar que nuestra voz es única y sincera que ha vencido al tiempo y
ha
podido resurgir de las cenizas del encierro.
¡Hoy
podemos hablar!
¡Hagámoslo
ya!
Mario
Beer-Sheva
“No
hay ningún gran genio sin una mezcla de locura” Aristóteles.-
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