Las olas golpeaban la orilla, cumpliendo su ciclo habitual;
nosotros,
sin conocernos, caminábamos por la orilla del mar, al
cruzarnos
nuestros ojos se encontraron curiosos de amor. Nos
detuvimos, nos
saludamos y tomados de la mano comenzamos a caminar sin
tiempo,
sin espacio, sin plan.
Nos detuvimos en un lugar; nuestras manos temblaban cuando
nuestras
bocas se unieron y al primer beso estalló nuestro amor.
Palabras que el
corazón dejaba escapar y nuestras manos, curiosas al fin, no
dejaban en
nuestro cuerpo de jugar.
Después vino la calma y con ella las preguntas:
¿Cómo te llamas, quien eres, donde vas? ¡No había respuestas
para dar!
……………………………………………………………………………..
El ciclo de las olas se había cumplido; el mar comenzó a
retroceder sin
olvidar que mañana, gracias al viento, la marea volvería a
estar.
……………………………………………………………………………...
Con un fuerte abrazo, en la playa húmeda del mar, nos
despedimos hasta
el día que con el nuevo ciclo, que quizás solo quizás, nos
volvería a encontrar
ya que nosotros éramos: ¡amantes del mar!
Mario Beer-Sheva
“Por muy lejos que el espíritu vaya, nunca irá más lejos que
el corazón.”
Confucio.-
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