La verguenza me produce un gusto amargo, en la boca, camina por mi cuerpo, se apodera de mi sueño, no me deja vivir.
Quiero conocerte, conocer tu rostro, verte caminar, oír tus suspiros, ver tu boca, sonreír y si acaso tu tristeza, mojara tus ojos quiero besarlos hasta que tus lágrimas desaparezca y vuelvas, tu a reír.
Nada de esto puedo hacer, la verguenza me carcome, haberme enamorado de alguien que no conozco y quizás nunca conoceré.
¿ Tu eres mujer o acaso un hada o quizás un ángel, o tal vez no eres nada? ¡ Pero
vives dentro de mi !
Estamos atados, con un fino hilo y los dos suspiramos, al escribir. Nuestros poemas son similares y similar es la forma que vemos la vida y gozamos del amor, sin gozar.
Hay veces que me pregunto, si algún día nos conoceremos y llegado ese momento como debo saludarte. Yo quisiera estrecharte en mis brazos, ¿ te parece bien ?
o deberé darte la mano y un beso en la mejilla, como buenos amigos y sin intención de amarte con frenesí, con amor atrasado y reprimido, o llenar tus manos de besos que son las que escriben y que al leerlas,me mantiene alerta y feliz de recibir de ti.
Somos poetas y es todo un riesgo, ya que al escribir abrimos nuestros corazones y
dejamos,que nuestras fantasías e ilusiones, vuelen a sus anchas, repartiendo el
cariño sin medir la distancia y las consecuencias que puede traer.
Tengo verguenza, mucha verguenza y es por eso que en voz, muy baja, que sólo tu
escucharás como un secreto bien guardado: Quiero conocerte.
¡ Eso es todo !
Mario Beer-Sheva
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