Mientras fui joven, las horas y los días, se arrastraban lentamente, con monotonía.
Un día era igual que el otro; tal es así, que muchas veces no sabía en que día vivia.
Los años pasaron, sin que yo lo notara y ahora, en la vejez,
las horas son día, los días son años.
¡ Marchan tan apurados, como si tuvieran que cumplir algún horario ! ¿ Acaso deben llegar a algún destino ?
Como extraño los años de la juventud, que la sangre corría con prontitud y urgencia, por mi arterias. Cuando mi corazón se desboca al ver a una joven, coqueta y bella.
¡ Todas eran coquetas, todas eran bellas y mis ojos se iban tras ellas !
Y un día llegó a mi lado la vejez, sin invitación, sin llamarla, si quiera. Se
hizo parte de mi vida, me acompaña a todos lados, me vigila, sin consejos, como si fuera la dueña de mi cuerpo; me da órdenes que yo debo cumplir.
¿ Juventud, donde te has ido ? Y me dejaste en el camino de la vida...
¿ Juventud, porque no me llevaste contigo ? Me abandonaste cuando más
te necesitaba...
Y hoy, al fin del camino, le digo a mi vejez, que no se apure, que no tema, que no tengo donde ir, pero si tengo ganas de seguir; no pienso en la juventud efímera, pienso en ti.
Que me marcas el fin del camino...
No me iré sólo, tu vendrás conmigo...
Mario Beer-Sheva
" No hay pequeñas tareas ni instrumentos menores, sólo grandes talentos
que hacen cosas mayores."
Anónimo.-
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