Cuando el sol se enfríe, las estrellas se apaguen y la luna deje de alumbrar;
en ese momento te dejaré de amar, en
ese momento olvidaré tu rostro y tu nombre y ni el recuerdo, en mí quedará. ¡ En ese momento te dejaré de amar !
Ni la fuerza del agua, del mar, podrá separarnos, ni los eternos témpanos podrán enfriar nuestra pasión, ni los
vientos huracanados podrán arrastrar nuestro amor.
Desde las montañas más altas, hasta el valle más profundo, el eco repetirá nuestros nombres, hasta que el eco pierda la voz. ¡ En ese momento te dejaré de amar !
Nuestra vida, nos dio la oportunidad, de conocernos y enamorarnos, con locura, con pasión, con desenfreno, hasta terminar en una hoguera, nuestros días de amor; una hoguera que no dejamos de mantener, de vigilar que el fuego se reavive, con el calor de nuestros cuerpos, de nuestras mentes, de nuestro amor. La hoguera alumbra el destino de nuestra felicidad; si así no fuera; ¡ En ese momento te dejaré de amar !
Vivimos un mundo de fantasía y sólo en la fantasía puede sobrevivir nuestro amor; podemos leerlo en historias de gandes amores o en cuentos
de gran imaginación; pero en la realidad lo nuestro es sublime, único y supera la mente del escritor, de novelas fantásticas. Porque nuestro idilio no es fantasí, es real.
Si no lo fuera; ¡ En ese momento te dejaré de amar !
Mario Beer-Sheva
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