Pompeya, mi vieja y fiel amiga, deja que mis brazos te rodean, tensen tus
cuerdas y comencemos a recordar; tu
y yo le hemos cantado a la luna, en noches de amor y locura y en otras oportunidades, cantamos, la tristeza de un amor ido o alquien que ha partido y con pesar hemos sabido, que era su viaje final.Hoy, querida guitarra, te he venido a buscar para que juntos lloremos, por un gran amor
que está enfermo y deberemos llorar en soledad. Son esos amores que no nos pertenecen, son amores ajenos, pero amores al fin.
Te tomo en mis brazos, te arrimo a mi pecho y como en un murmullo te cuento la historia, mientras tus cuerdas me acompañan en ese dolor.
¡ Se está muriendo ! ¡ Mi amor misterioso se está muriendo y yo arrastro mi pena; por no poder verla y despedirme de ella !
Ella es casada, con marido, familia, vecinos y amigos; que rodean su lecho y yo que tanto le he querido, que tanto la he amado; hoy no me queda el consuelo de verla por última vez.
Nuestros encuentros clandestinos, de horas o siglos; el tiempo no importa, creó en nosotros un amor de verdad, mientras tu con tu ritmo, nos hacía
soñar con un amor inmortal.
Mientras tu esperas, el descanso final, con unos rasguidos, mi guitarra, con música de amor, te hará el juramento de no olvidarte, jámas.¡ Demuéstrale Pompeya, la ternura de tu corazón y guarda nuestras lágrimas, para otra
ocasión !
Mario Beer-Sheva
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