Y al volver mi vista atrás, comparando mi vida pasada, con grandes triunfos que nada representaban, ya que se trata de amores conquistados, a fuerza de pasión y
juventud, nació en mi una pregunta:
¿Porqué ninguno de ellos hizo nido en mi corazón?
Comparé la mejor comida, la más vistosa, la mejor servida; sin sal ni condimentos, que llenaba los ojos y el paladar rechazaba y recordé varios
amores, que nunca los fueron, que siempre fingieron.
Así son los amores de poca duración; raspando el esmalte, de tanta belleza
,abajo está el óxido, que sin piedad denuncia la realidad, vestida de fantasía, sin alma, sin corazón, como la comida desabrida.
Y los años, indiferentes, fueron pasando y los amores, tan falsos, los fui
rechazando.
Y el verdadero amor se presentó, no era bonita, ni coqueta, ni vistosa. Y
por no volver mi vista atrás; la dejé a un lado.
Eso es lo que ocurrió y de esta experiencia puedo asegurar; mira siempre
atrás, sin temor, sin verguenza, como ejemplo de los errores, que podrás
evitar.
¡ En sal, nunca, te convertirás !
Mario Beer-Sheva
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