¿Porqué te quise tanto?
Tus ojos que me encandilaron, que controlaban mis emociones, o quizás tus besos que embrujó mi boca,
dejándola muda, como esclavo a la cadena, como un perro en tus manos, me empujaste al olvido y olvidé
quien era y tiré, por la borda, mi moral, que no tenía y mi ética, que ya moría.
Simplemente fuiste mi ama, mi dueña, el aire que respiraba, era lo que tu, sólo me permitias.
Voluntad ya no tenía, además, de que me servía.
De tu boca, sólo escuchaba órdenes, que yo cumplía, por temer perderte, en otros amores, en otros hombres, que tu concurrías y yo, con mis puños
mordidos, tragando el grito, que ahogaba dentro mío... Y hoy me pregunto:
¿Porqué te quise tanto?
Tengo la pregunta y no tengo la respuesta, respuesta que he buscado, en hombres y mujeres sabias, que conocen de la vida, que conocen de la muerte. Que han vivido lo suficiente para conocer el odio o el amor, la pena o la alegría, el rencor o el sacrificio.
¿Porqué te quise tanto?
No hay forma de contestar a esta pregunta, ya que sabemos que el amor no
tiene medida, ni tiempo, ni distancia y es por eso, que a veces, tanto amor:
lastima, duele, enloquece y mata.
Tomemos el amor como una bendición para el hombre, porque es el inicio de la continuidad de la vida, basada en el amor y en el respeto.
¿Porqué te quise tanto?
Soy prisionero de tus caprichos y cambios de humores. Escucho tu voz, fuerte, clara y exigiendo mi presencia. Busco la puerta de salida, tomo mi
bastón, abro la puerta y me voy a perderme entre la gente que lucha por su libertad, por su independencia.
¡ El amor que ahoga, no es amor, es amor sin medida !
Mario Beer-Sheva
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