jueves, 1 de julio de 2010

El Amor de los Árboles


Como en los viejos cuentos, desde mi ventana, todas las mañanas los veo llegar.
En verano y primavera, caminar por la sombra y en las otras estaciones, lo hacen por el sol.
Siempre, tomados de la mano, como dos chiquilines, se ríen y se dicen secretos, que sólo ellos sabrán. Creo que recuerdan el ayer y gozan,
recordándolos en el hoy.
Hay veces que practican un juego, pisando sólo las sombras y otras pisando el sol.
El paseo *de los tilos*, es el recorrido mejor. En invierno, los árboles los protegen, en otoño, pisan las hojas secas y con mucha risa, festejan, el ruido de la hoja al ser triturada
en verano, toman el árbol de más sombra y refrescan, sus gargantas, de la sed y el calor y en primavera, compiten con los pájaros, silbando y arrullando para ver quien lo hace mejor.
Mi curiosidad me abrió el apetito del saber y me acerqué a ellos, para conocerlos mejor. Tomados de las manos y entre risas y muecas, esta pareja de ancianos, me contaron la verdad.
Se conocieron en el bosque de los tilos, se enamoraron, se casaron y una familia formaron. Por costumbre visitaban el bosque y en cada árbol, con tiza, un corazón dibujaban y dentro de él, una propuesta dejaban, El tiempo borró la tiza, pero ellos los recordaban y todos los días pasaban.
Ellos decían y aseguraban, que hablaban con los árboles y los tilos les prometían que cuando uno de
ellos mueran, la escritura de la tiza se transformaría en grabados en los troncos. Y la posteridad
conocerían el amor que los años no pudieron derribar y sólo la muerte podría separar.
Hoy no los vi llegar, caminé hacia el bosque y tuve una gran sorpresa, en todos los árboles estaban grabados con un corazón y dentro de ellos se leía:
¡ Sólo amor, nada más que amor !

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