Tomo con mis manos, tus manos, que tiritan de frío, como dos pichones lejos del nido. Quiero darle el calor de mi cuerpo, a tu cuerpo, que la vida te está abandonando.
¡ Todo es inutil ! El calor está huyendo y en la huida va al encuentro
de la muerte.
¿ Que puede haberte prometido la muerte, para que me abandones,
cuando más te estaba queriendo ?
El frío congeló tus manos y un puñal de hielo se clavó en mi corazón; tu corazón sigue latiendo, ya sin fuerzas, ya sin amor. En tus labios, falta la sonrisa que me alegraba y que yo besaba con tanta pasión.
Tus ojos, tus bellos ojos, miran sin ver, tu voz, como un murmullo entrecortado, quiere hacerme jurar que viviré mi vida, aunque tu no estés;
mi vida no será mi vida, no será nada si faltas tu.
Será una vida apagada, que a nadie podrá conformar, será una vida de
lágrimas, recuerdos y grandes nostalgias, que en soledad quiero vivir y con
nadie compartir.
Tus ojos se cerraron, tu pecho late, muy lentamente y con tus últimos suspiros, me juras que no es un adíos, que tu te estás adelantando para
preparar el nido, que algún día será el definitivo, de los dos.
¡ Te tomo la palabra ! Estés donde estés, ahí estaré yo y entonces, podremos decir:
¡ Nuestra felicidad estará reunida, junto al amor, que hoy, tu, me dejas en
mis manos, como depositarias, que prometo recordar y guardar !
¡ Descansa en paz;yo seré el guardián de tu alma !
Mario Beer-Sheva
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