Hay una mujer, que ocupa un lugar importante, en mi vida. Que representa la juventud que se fue, pero ella anidó, en mi corazón y vive en él.
De tarde en tarde, en esas noches que el sueño falta a su cita, son en esas noches que apareces, en mis desvelos y me tratas de cobarde por salvar mi nombre, que hoy nada significa. La gente, que tanto miedo me inspiró, hoy pasa a mi lado sin saber quien soy.
Sólo, esa mujer, me recuerda como mi cobardía se apoderó de mi
desición y por miedo *al que dirán* la abandoné.
Pero ella no me abandonó y junto con la vida, suele recordarme el abandono, los años que se fueron, su piel que se fue marchitando, que sus labios perdieron el sabor de sus besos, el brillo de sus ojos, que reían y reían, como una canción del jilquero y el tiempo, que todo lo cumple, lo transformó en la ronquera del cuervo.
Hay una mujer, que quiero pedirle perdón, pero sé que no me perdonará. Fui culpable de arruinar
su vida y en pocos años, maté su juventud y la obligué a vivir en la vejez.
Hay una mujer, que no debo nombrar, pero sé que cuando lea lo escrito, sabrá que vive en mi
corazón, en mis pensamientos, en mi alma y que me acompaña en cada una de las acciones que la
vida me jugó. Con ella festejé los triunfos, con ella lloré las derrotas.
¡ Pero nunca te olvidé !
¡ Tu sabes que hablo de ti ! ¡Mujer, es una gran emoción !
¡ Perdóname, mujer !
No hay comentarios:
Publicar un comentario