Eramos jóvenes, muy jóvenes; nos creíamos dueños
del mundo y así, a gritos, lo hacíamos saber. Nos creíamos expertos en el amor, nada nos podía sorprender, rápidamente nos enamorábamos, besos
y caricias rápidas; éramos conocedores del amor y al mundo desafíabamos por ser peritos en el vivir.
En lo alto de la montaña, estábamos seguros que Di-s nos protegía, en la orilla del mar, nos asombrábamos de ser dueños de tanta agua. Amábamos
con sol o con lluvia, en verano o en invierno; éramos dueños del tiempo, unos besos, algunas promesas y ya estábamos listos a buscar otro amor, como dádivas a repartir.
¡ Y un día !
Que nunca olvidaremos, despertamos a la realidad; y sombrados vimos que la gente se mataba por odio o por poder, por dinero o tierras a poseer, por pensar en forma distinta o por el color de la piel.
¡ Que desilución ! ¡ Que triste realidad !
Fue el día que maduramos, que aprendimos y que nunca olvidaremos; el día que conocimos al "enemigo"; nosotros éramos nuestro propio enemigo.
¡ En el mismo día supimos: que la vida no tiene corazón !
Mario Beer-Sheva
" Más serca de los dioses aquel que sabe callar, aún teniendo la razón "
Catón.-
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