No volveré, tenlo presente, no volveré a pisar la tierra que me vio amar, ni
sentarme en la costa del arroyo, viendo el agua correr, mientras mi mente, jugaba con el futuro que nunca pudimos tener. No quiero recostarme, como lo hacía, buscando la sombra de los árboles, mientras esperaba tu llegada, apurada, y yo esperando el beso, que acorte mi espera, como un premio a la constancia y sentir como mis sueños se hacian realidad...
No volveré, tenlo presente, quiero olvidar el césped que compartió nuestro amor; mientras el murmullo del arroyo, que bajaba del deshielo, era como música en nuestros oídos, emborrachados de amor. Los viejos
cipreses ondulaban al viento y desde la loma contemplábamos como alguna lancha abandonaba el puerto, con turistas asombrados de tanta belleza, de tantos bosques y ellos en medio del lago, camino a la Villa, esperando sorprenderse con la maravillosa naturaleza, que Di-s le regaló
al sur...
Extrañaré la tierra, mis ojos que no la verán, mis brazos pedirán por los abrazos, que ya no estarán, mis labios tendrán sed de tus labios, mi cuerpo temblará de emoción, ya que no podrá olvidar el amor lujurioso,
que nació entre los dos...
No me esperes, amada mía, nuestro amor no era nuestro, teníamos compromisos que intentamos olvidar, pero la realidad destruyo nuestro embrujo; fuimos embrujados por el lago, por los bosques, por las montañas, por el sol de la mañana que alumbraba el Puerto Pañuelo,
como invitándonos a navegar...
Nada ha quedado, nuestros corazones ya han sufrido, nuestras pasiones se han secado, nuestros besos se han perdido, nuestros brazos no responden.
¡ Ya nada queda !
¡ Oh Señor perdóname ! Hay algo que está presente:
Tus lagos, tus montañas, tus árboles, la nieve del invierno, las rosas del verano. Tu obra está intacta...
¡ Gracias por lo que nos has dado !
Mario Beer-Sheva
No es viejo aquel que pierde su cabello, sino, su última esperanza.
Anónimo.-
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