Me gusta, al morir la tarde y la luna, aún no ha asomado, arrimarme a los carromatos, donde vivien los gitanos y verlos como cada uno templa
su guitarra y ajustan sus acordes, afinado sus instrumentos, como llamando al lucero; mientras la guitanas, con su parloteo esperan la señal de los guitarreros.
Ellas van tomando posición rodeando las fogatas, que inician sus chisporroteos.
Las de caderas más amplias, están a cargo de las panderetas y las más livianas agilizan sus piernas, que llevará el taconeo.
En ese momento, el gitano mayor, con un sonoro acorde indica el instante de iniciar el festejo, de haber terminado un día.
El baile ha comenzado; las gitanas dan el ritmo con sus hábiles taconeos
y las polleras que se cruzan en sus piernas, provocan la danza, como si fuera danza de amor. Los gitanos, aferrados a sus guitaras, con cuerpo de mujer, rasgan, con sus dedos y a las bordonas con más valor.
Las palmas, de distintos tamaños, se escuchan con un ritmo, como si fuera un coro, que llama a la pasión; mientras algunos desenfrenados, dan pequeños gritos que me llenan de emoción.
El vino, que es alegría por haber terminado un día, camina de mano en mano, es un brindis general. Brindan por haber termina un día y esperan, mañana otro igual.
Los leños se han consumido, a sus carromatos se van retirando, las guitarras se han apagado, las panderetas descansan, las palmas tambíen.
Mañana volveré y volveré a preguntarme:
¿ Saludan al día que comienzan ? ¡ Despiden al día de ayer !
Mario Beer-Sheva
Existen cinco buenas razones para beber vino: la llegada de
un huesped, la sed, presente y venidera, el buen sabor del
vino y no importa que otra razón.
Proverbio Italiano
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