Convoco a las musas de la inspiración, que vengan a mi, si existen y posadas en mi mente, me dejen la magia que transmiten a mi pluma, para que ella ordene a mi mano,
la letra, la frase, la palabra escrita, de la vena, de la musa, de la lira y que convoque a un poema, que agrade a mi enamorada, como un regalo de éste, que fuera un viejo trovador.
Dioses, acudan a mí, los necesito como jamás los necesité y hoy la urgencia llama a mi puerta y no tengo respuesta; los invito, les ruego, les imploro, no me dejen abandonado en la última poesía, que en
mi vida crearé.
¿ Que pensará, de mí, mi amada ? ¡ Pregunta de dolor, que respuesta no tiene !
Durante muchos años, mi mente, creo poemas que hicieron las delicias, de los que después fueron grandes amores; y hoy que los años terminaron con mis pensamientos, congelaron mis ideas, marchitaron mi corazón y el gran amor, de mi vida, yace en la soledad de la tierra, junto a la compañía de mi inspiración.
He quedado huérfano de amor, he quedado sólo con mis recuerdos, pero ello no alcanza para tomar la pluma y con mano maestra, como así lo fue, descubrir pasiones, amores, anhelos y esperanzas.
Y al fin del día, los veía pasar, recitando mis poemas, entre abrazos y caricias.
¡ Cuanta felicidad hubo en mi vida, pero no alcanza para la tristeza de hoy !
Mario Beer-Sheva
Yo moriré un día cualquiera, de un verano cualquiera, de un
año cualquiera; pero no antes...
Anónimo.-
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