No pronunciaré tu nombre, nuestro amor es un amor prohibido.
Ni en sueños, hablaré de ti y al despertar tendré, muy presente, que ni tu nombre, ni tu
dirección, ni tu estado civil. Todo eso es parte de nuestros pecados prohibidos, que deberán
vivir en un rincón, de nuestros oscuros corazones.
Nuestros corazones, que el amor dejó ciego, mudo y sordo, para vivir sólo, nuestra pasión desenfrenada, nuestra pasión desmadrada, que nos arrastra en la corriente, como un río indomable.
Tu nombre será el secreto, mejor guardado, que un enamorado pueda guardar. Tus besos, vigilarán mi boca y de ella no saldrá un suspiro, si tu así lo deseas.
No pronunciaré tu nombre, aunque ello me cueste la vida y cuando nos
crucemos por la calle, ni un simple saludo, esperes de mi.
Amores prohibidos, un manjar que no se olvida, una sensación imposible de describir, es la aventura del hombre, es volver a vivir, nuevamente ser
joven, con la experiencia del hoy, volver al ayer.
Los amores prohibidos, no tienen nombre, no tienen porque tener, sus vidas son los minutos, las horas o los días, en que se pueden ver. Lugares sin nombre, que no hay que recordar, habitaciones sin lujos, solo lo necesario, para mantener los amores, que siendo prohibido, causan tanto placer.
No pronunciaré tu nombre. ¡ Además no lo recuerdo !
¿ Podrás tu creer ?
Mario Beer-Sheva
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