Señora, le pido disculpas el haber golpeado a su puerta, ocurre
que soy poeta y a mis sensibles oídos, ha llegado la noticia, que su marido se fue, por otra vida, tal vez. Y usted, al quedarse sola, en esta enorme mansión, busca un querer, para que mate
su ocio y la haga mujer.
Usted quiere, el consuelo de la noche, que es solitario y triste,que juntos exploren la luna, contemplen las estrellas y vean salir al sol.
Y es por eso, estimada señora, que en su puerta estoy, como le dije soy poeta y como buen poeta, entendemos las cosas del corazón. Me ofresco, señora, a ser quien comparte su vida o por algunos días, quizás.
Soy instruido y tierno para el amor. Nadie escribe mejor que yo, leo la música y si es romántica, mejor, entiendo de pinturas y libros. Pero sobre todo, mi estimada, entiendo de almas, alegrías y buenos momentos, que habitan en el corazón. Al oír sus latidos, ese idioma complejo, para muchos misteriosos, puedo traducirlo como un idioma universal.
¡ El idioma del amor !
De usted hay sólo una cosa, que necesito y se lo aclaro desde ya.
¡ Me enamoro con facilidad ! No se preocupe, es mal de familia. Recuerdo que mi madre, cuidaba a mi padre, lo mimaba y lo vigilaba para que no se
enamore, era de fácil enamoramiento, tal es así, que pocas veces, se enamoró.
Y después de esta pequeña referencia, le comento, que estaré atento de su
opinión, me retiro, esperando sus noticias, para ejercer mi funsión.
¡ Gracias por escucharme, ha sido todo un placer, para los dos !
Mario Beer-Sheva
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