La escucho hablar y me pregunto: ¿ con quien se confundió, esta mujer ? Usted le está hablando al hombre equivocado. Un error podemos tener, pero usted habla de amor, que no existe o que nunca existió.
El hombre que usted busca, no soy yo. Yo amo a las plantas y a las flores y no a los perfumes envasados, con lindos aromas, pero sin pensamientos ni sentimientos. Amo a los niños y no me molesta sus
juegos y ruidos. Amo a la vida, que no siempre es justa, pero que da
muchas oportunidades de felicidades a conseguir, adisfrutar y recordar. Amo al amor, que no se compra ni se vende, que no es pasión, de un tiempo, que se enfría y sólo cenizas quedan, amo al amor sano y sincero y que los años echan raíces, que contienen los vientos y los malos momentos, para sobrevivir, a cualquier tempestad.
Por eso le digo, señora, usted me está confundiendo. No recuerdo haberla conocido y si así, fuera, le pido disculpas por haberla tratado. Usted es una hermosa mujer, pero bello puede ser
el papel, que envuelve el regalo y al desenvolver nos encontramos con una belleza, sin alma y
sin corazón y por dentro no hay el lujo, el sentimiento, el amor.
Le deseo suerte en su búsqueda, señora y le aconsejo que retroceder en su vida, buscando otro
camino. Seguramente será un camino dificil, pocas flores y muchas espinas. Quizás con las
flores podrá hacerse una corona que adorne su cabeza.
¿ Y si en lugar de flores, serían laureles ?
¡ Usted luciría como una reina, con corona, de conquistadora !
No hay comentarios:
Publicar un comentario