Es tan fácil volver a mi pasado. Sólo mirar sobre
mis hombros y el pasado, como tropel, desbocado, busca el presente, para revivir aquel ayer.
Recuerdos tristes, recuerdos alegres; todos quieren estar presente, todos temen que los olviden, todos temen morir, cuando yo no esté.
Y en esa retrospectiva, siempre, estás tu, Con tu tímida sonrisa, como pidiendo guardar el secreto de haberte enamorada de un hombre, que es pecado, ya que tiene una mujer, que lo espera, en otro corazón. Con tus labios, que temblaban, cuando besaban los míos, con poca experiencia,
mucho amor. Cuando en voz baja me preguntabas: ¿ cuando nos volveríamos a ver ? ¿ que sería de nuestro futuro ? ¿ que sería de mi mujer?
¡ Cuantas preguntas que tenías ! Pero callabas, porque tus temores, los cubrías, con el amor, que tu corazón, por mí sentía.
Y los dos cerrábamos, nuestros ojos y nuestras mentes, ante lo inevitable, que es el tiempo, que inexorablemente, avanzaba, alejándose de la realidad
Y un día, recobramos la razón, no podíamos seguir viviendo en el pecado,
nadie debía pagar nuestra culpa, por nuestro amor tardío, por nuestro amor prohibido, por algo que nunca debía haber ocurrido:
¡ Conocernos, ese fue nuestro gran error !
Y hoy, vuelvo a recordar el ayer y ahí estás tu; con tu tímida sonrisa, con tus labios que temblaban, con tantas dudas, miedos y preguntas; y yo sin respuestas que calmace y alegren tu vida, de haberte enamorado de un hombre como yo.
Los recuerdos galopan en tropel, buscando la luz del presente y tu siempre,
estás al frente, como testigo de la alegría y la tristeza, que puede llegar a producir un amor.
Mario Beer-Sheva
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