Recuerdo todo, nada dejé de recordar, pero sólo cuento los recuerdos que puedo contar. Muchos de ellos los guardo, ya que así juré hacerlo y lo cumplo, la promesa debe ser respetada, ya que fue un acto de confianza y no debo perderla, la guardo muy junto, a mi corazón...
Y en algunos días tristes, como hoy, que me persiguen los recuerdos, hasta que el dolor llega a mi alma y mis ojos, inundados de lágrimas, piden a gritos la luz a mi memoria;en ese momento los traigo a la vida, para poder
disfrutar, gozar, vivir, nuevamente, amores que se han ido, pero han quedados prendidos, en el grito silencioso y reservado de mi juramento...
Que nadie diga que he roto una promesa, de amor. Mujeres que se han entregado y yo recibí con pasión, tan grato momento, hoy pueden vivir
tranquilas, porque mi boca, no se abrirá, para divulgar, romper o traicionar, los momentos vividos al calor del amor...
Justamente, son esos secretos, que hoy en el final de mi vida, salen de la niebla y ocupan el espacio, en mi mente, que como una película muda, me
recuerda, me entretiene, me hace viajar en el tiempo, gozando momentos
que tuvo mi vida...
Amé, con pasión y con pasión, me amaron. Entregué mi alma y mi cuerpo, sin reparo, sin verguenza y de ellas recibí la misma entrega y hoy puedo recordarlo, con una sonrisa en mis labios, un brillo en mis ojos, mi corazón abierto a tantos recuerdos, a tantas emociones...
¡ Sólo mi boca, clausurada !
¿ Que más puedo pedir ?
Mario Beer-Sheva
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