Los vientos del sur, corren por la seca tierra, que ni recuerdan el sabor del agua y en su correr, arrastran, cardos y yuyos, buscando un repara para poder parar
En su correr, van silbando una canción, recordando a mi amada, como llamándome, para que la libre, de la tentación de ir tras el viento, como se fue tras el hombre, creyendo que ahí estaba su felicidad.
Después del viento llegó la lluvia y la calma, florecieron las espigas y las flores y los árboles y todo se pintó de verde, nuevo, fresco y calmo.
Y el hombre, que me la robó, la echó de su lado; buscando nuevo, fresco y calmo.Y mi amada quedó en la soledad de la espera, esperando un nuevo viento, arrastrando la sequía y juntando cardos y yuyos y quizás un hombre que quiera llevarla.
El viento arrastra su nombre, de amante en soledad, de amante pidiendo
perdón y con hermosos juramentos, que nunca podrá cumplir.
La lluvia trajo verdor a la montaña, a los bosques, a los valles.
Todo era frescura, con olor a tierra mojada, regando todo a su paso, trayendo la vida, trayendo el amor.
Ya no se escucha sus gritos, pidiendo clemencia, su voz, con el tiempo, viene de una garganta que con los años enronqueció; tendrá que seguir
esperando, al hombre, que vendrá con los vientos del sur. Y puede ser, entonces, que cargue, con ella y junto con el viento, corran buscando el agua, que es dificil de hallar.
Ya no la escucho, tengo a quien escuchar; es una hermosa mujer que me
trajo: nuevo, fresco y calmo.
¿ Para que más ?
Mario Beer-Sheva
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