Debo reconocer, gracias a ti, que fuiste mi inspiración, muchos de mis poemas se debieron a tu presencia, a tu risa cristalina, a tus suaves besos,
a tus caricias, sin par.
Y cuando la inspiración, de mi se adueñaba y tu no estabas, como un loco te llamaba y tu venias y yo escribía, hasta que mis manos cansadas, mis ojos nublados, debía detenerme.
Unos abrazos, unos besos, alguna crítica sobre lo que había escrito y nuevamente, mis manos pronta, volvían al tema, al trabajo y a componer.
Y una vez más, mis poemas conquistaban corazones, entre mis lectores,
que me seguían, día a día.
Mis poemas, que hablaban de amor, de sacrificio, de lealtad, de sueños, de
anhelos, de renuncias y de tantas cosas que hay en el corazón, de la mujer y el hombre, que están, de verdad, enamorados, que son amantes del amor.
Mis poemas, a no dudarlo, fueron los mejores y todos inspirados en ti. Los años han pasado y
mis escritos se siguen leyendo, porque provienen de un corazón y un alma enamorada.
Numen, musa, vena, lira, son todos sinónimos, de lo necesario, para recibir una inspiración,
que es el alimento, vital, para escribir, para reflexionar o para transmitir.
No conosco tu destino, quizás, estas muerta o viva, pero estés donde estés, quiero que sepas que fuiste mi magia hecha mujer y que tu cariño, creó, en mi, los mejores poemas que un bardo
trovador o poeta, puede pretender.
Hace muchos años, que de mi te alejaste, llevándote tu hermosa inspiración, recuerdo tu pelo,
tus ojos, tu risa, tu cuerpo.
¿ Yo ? ¡ Nunca más volví a escribir !
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