Quisiera saber si aún me
recuerdas; si recuerdas mis manos buscando tu
cuerpo, si tu piel recuerda
mi boca, acaso recuerdas tus promesas o quizás
tus juramentos del amor único
y eterno.
Quisiera saber si recuerdas
tu cuerpo soldado al mío o las tardes de lluvia
o lo felices que fuimos en la
cabaña, junto al lago, y nosotros junto a los
leños que crepitaban mientras
nos amábamos sin tiempo ni vergüenza.
Quisiera saber que fue de tu
vida; que brazos rodean tu cuerpo si también
a
él le hablas de tus miedos de tus sospechas de tu virginidad que según tu,
la perdiste en una noche de
desenfreno, y al despertar, a la mañana siguiente,
estabas decidida a buscar
perdón y refugio en un convento.
Quisiera saber si utilizaste
las mismas palabras con la que engañaste a mi
inocencia, creándome la duda
si tu educación correspondía a mi humilde
vida a mi poco conocimiento,
que solo aprendí trabajando sin descanso sin
desmayo sin consuelo.
Quisiera saber porqué llegaste
a mi casa llenando de risa mi vida y creando
en mi la ilusión de que era
dueño de tu amor y tu me pertenecías. Quisiera
saber porque un día te fuiste
sin despedirse, sin saludar y dejándome herido
y triste así como hoy estoy.
¡No, no!
No quiero que vuelvas, solo
quisiera saber.
Mario Beer-Sheva
“Un solo brote de justicia
justifica arar un desierto” José Narosky.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario