Hoy no escribiré porque nada
tengo que decir, nada tengo que pensar,
nada siento en mi mente para
traerlo de mi interior a la superficie de
mi vida vacía y sin futuro. No escucho una voz
que me ordene escribir
sobre un tema cualquier, tema
que como una chispa encienda mi alma.
¡No tengo tema, no tengo
opinión! Mis reflejos están dormidos o quizás
han muerto por falta de
alimento que mi alma desahuciada ha dejado de
producir.
Está amaneciendo quizás
cuando el sol alumbre pueda alimentar la vieja
y seca pila que le de vida a
este escritor que todo perdió.
Me faltan las Musas, si es
que existen, me falta la mecha que alumbre mi
mente y que despierten a mis
manos, sobre el tablero, para comenzar a ver, con su luz, la senda a caminar y
a las palabras llegar.
Palabras que forman oraciones
y dan vida a alguna historia que despierte
a mi alma dormida, mustia,
como la flor en el otoño.
Un día llegaste a mi vida
cuando no te esperaba trayendo la luz que como
un truco de magia; creo en mi
la necesidad de escribir y contar las
cosas
buenas que recibió mi corazón
solitario.
Hoy que te has ido me
pregunto porque al irte te llevaste mi inspiración.
Llévate todo no me dejas nada
lo único que te pido que no te lleves mi
espíritu que está plagado de
palabras, que quieren salir de la nada, para
entrar en la frase escrita
para componer y divulgar.
Mis ansias de escribir, que
es mi verdadero amor, ha fallecido por grave
tristeza, por grave soledad.
¡Descansa en paz, escritor!
Mario Beer-Sheva
“Conocerte a ti mismo es el
principio de toda sabiduría” Aristóteles.-
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