Calmé mi sed en el oasis de tu boca, navegué en la
profundidad
de tus ojos y así conocí tu alma, nuestros cuerpos en el
primer
contacto se enamoraron con pasión y sin lujuria, nuestras
manos
se buscaron para calmar el frió y calmar su ansiedad…
¡Una y mil veces!
Nuestro amor crecía momento a momento demostrando fortaleza
ante la sinceridad, mirarnos era suficiente para despertar
la orquesta
que dirigía los latidos de nuestros corazones, estábamos
enamorados
y nada ni nadie podrían separarnos…
¡Una y mil veces!
Cuantas veces intentamos separarnos como amigos; siempre fue
un
fracaso ya que nunca fuimos amigos, siempre fuimos amantes.
Nos
conocimos en una noche de verano y en el primer baile
nuestros cuerpos,
tiritaban de emoción, y al terminar la noche comenzó nuestro
amor…
¡Una y mil veces!
Cometimos el error de no mirar a nuestro alrededor; el fuego
que había
en nosotros nos quitó la visión de la realidad y olvidando
las prudencia y
el análisis de nuestras responsabilidades nos entregamos a
la pasión…
¡Una y mil veces!
Hoy separados por un enorme mar, por altas montañas, por
costumbres y
distintos idiomas quiero dejar el mensaje: que aún te sigo
amando…
¡Una y mil veces!
Mario Beer-Sheva
“El mundo te exige resultados. No le cuentes a otros tus
dolores de parto…
Muéstrales el niño. Indira Gandhi.
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