Que escritor no ha pasado por este momento, quien no tiene
una
anécdota para contar. Se instala en nuestra mente con
lentitud,
para no llamar la atención, y de apoco comienza a cubrir
nuestros
pensamientos y en pocos días, o meses, se adueña de nuestro
pensar.
Y un día al sentarse en el ordenar para el trabajo comenzar,
notamos
que sólo tenemos, delante nuestro, una página en blanco del
color de
nuestra mente.
Nada funciona, ni la lectura, ni la distracción, ni un
paseo, ni la música,
ni un simple café, ni una maldición o un simple rezo. Sólo
vemos la
página en blanco que nos encandila desde nuestro ordenador.
Y es aquí en este momento que entendemos la razón de que
buenos en
el escribir, sin causa aparente, abandonan las letras que
tanto placer les
dieron y renuncian a su oficio de escritor.
Es una enfermedad que el escritor en alguna etapa de su
vida, su cultura,
la recibe por su mente exprimida y trasnochada, por su
imaginación que
no puede controlar, que el escribir a tomado el poder y
gobierna sus más
íntimos deseos, gobierna sus decisiones y finalmente cae en
el abismo de
la página en blanco.
¡Síndrome de la página en blanco!
No luches contra el síndrome no hay forma de escapar.
Mario Beer-Sheva
“El hombre que no odia la guerra no es totalmente humano”
Golda Meir.-
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