Te confieso, amigo mío, que a veces a mí también me pasa. No
todos los días, pero de ves en cuando comienza con una
molestia
en el pecho que sabe a dolor, de alguna ventana que se abrió
al
recuerdo y me quema el alma al recordar aquel amor.
Puedo pasar semanas y no sentirlo y de pronto, como una ola
que se
adueña de mi cuerpo y el dolor me deja sin aire y con ganas
de llorar.
¿Quién, nunca tuvo un amor que no pudo olvidar o quizás no
quiso?
¿Quién, al volver el tiempo atrás sus ojos no toman el
brillo del recuerdo
sin olvido?
A veces, muy de vez en cuando, hay algo que me interna en el
pasado y
vuelvo a ser joven, audaz e imprudente. Y la nostalgia, que
no siempre es
alegría que no siempre es dolor, me deja un sabor en la boca,
de la boca
que tanto besé.
Y algunas veces, cuando el sueño no llega, se abre en mi la
imaginación
de tenerla a mi lado susurrándole palabras, palabras de amor,
mientras ella
las recibe de agrado y de corazón.
Te confieso, amigo mío, que así resurjo de las cenizas que
siguen tibias en
mi interior y ni los años pudieron formar hielo en mi
corazón.
¡A veces, sólo a veces!
Mario Beer-Sheva
“Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; sólo
basta decir lo
que se piensa.” Martín Luther King.-
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