Pequeñas nubes barridas por el viento comenzaron a juntarse
y el
cielo de negro se tiñó, tapando el sol y la luz de la tarde.
Amenaza
de lluvia de truenos y algunos relámpagos, pusieron la nota
del agua
que estaba del cielo a caer…
Mi cara contra el vidrio miraba a la gente correr, mientras
el café en
mis manos apuraba a tomarlo antes que pierda su calor. No
estoy
seguro si fue la lluvia, con fuerza caer, o quizás la gente
guarecida en
algún alero o el café que intenté tomar o simplemente mi
rostro en la
vidriera del café o acaso la memoria, que quiso jugar…
Por el vidrio empañado creí verla correr; sin perder tiempo
ni mucho
pensar me levanté de la silla y eché a correr tras el
paraguas, que creí
reconocer. No era ella, la que tanto espero, pedí disculpas
y de la mujer
me alejé…
Volví al mismo café y en la misma mesa me senté, el café
estaba frió y
al mozo llamé, mientras él me lo servía apoyé mi cara contra
el vidrio.
Había dejado de llover y la gente de correr, el vidrio estaba
húmedo por
dentro, mis lágrimas al vidrio humedeció…
¡El café volvió a enfriarse!
Mario Beer-Sheva
“Abrazar causas nobles es abrazar hombres” José Narosky
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