La silla vacía, la mesa sin mantel, el florero sin flores,
el hogar sin leños,
mis ojos que lloran, mis rezos que no llegan. Sólo el
silencio de tumba
que golpea, sin sonido, mi pecho aturdido clamando por ti.
Pero no estás, te has ido, llevándote promesas y besos, tu
cuerpo, que daba
vida a mi cama, desapareció en la noche y en su lugar el
vacío acompaña
mis desvelos, mis pesadillas, el remordimiento de haberte
perdido.
Me pregunto donde estás, que fue de tu vida, si algún
momento te acuerdas
de mi; de nuestros planes, promesas, proyectos y juramentos
de amor.
Y hoy en la distancia, o quizás no, estés donde estés,
quiero que sepas que
siempre te quise bien; que sólo el amor era más intenso
deseándote que tu
felicidad sea el futuro de tu vida y que puedas vivir un
amor transparente y
no caer en la noche, solitaria y oscura, por miedo de
nuestro amor que debía
vivir en el anonimato escondiendo la vergüenza de nuestro
nido de amor.
¡ Estés donde estés !
Quiero que lo sepas; que comprendo tu huida buscando el sol
de lo honesto
dejando la noche del bochorno al estar enamorado de un
hombre casado.
De un hombre casado que cometió el error de volverse a
enamorar de una mujer
soltera que no pudo resistir.
¡ Estés donde estés, te comprendo, amada mujer !
Mario Beer-Sheva
“Todo enamorado es el poeta de su amada” José Narosky.-
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