Como un sueño repetido, como algo ya vivido, noche tras noche, las sombras en la oscuridad de mi cuarto, sigilosamente y en silencio, se mueven, como una danza macabra cuya música no existe, en pasos de baile, que me recuerda el pasado, que me arrastra a otro tiempo...
Mis ojos abiertos, que no permiten el descanso, ven como en la noche, las sombras bailan, como una noche bailamos nosotros, mientras nos dejábamos envolvernos en la música romántica, en la música de amor...
Las sombras, sin rostros ni forma, solo con sus dedos, acusadores, que me acusan y persiguen, que me señalan y me desprecian, hiriendo mi alma, recordándome haber despreciado tu amor por mi pasión descontrolada...
Sombras del ayer que no olvidan ni perdonan; y en mi vejez se agrandan quitándome el descanso de la larga vida de arrepentimiento, desolación y abandono...
¡Sombras del ayer, dolor de hoy!
Mario Beer-Sheva
pensamientospoemas@gmail.com
"No me impora tener años. Me importaría no tener ilusiones.
José Narosky.-
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