Quiero, por fin quiero, tener la valentía de enviarte este escrito y
decirte que será, el último, que de mi recibirás.
Quiero y muy contento estoy por ello, de asegurarte que lo nuestro terminó, si es que existió.
Quiero, con toda mi voz, contarle al mundo que te quise, pero eso ya pasó. Que hoy puedo escribirte, sin temor y sin dolor, que mis noches y mis sueños son normales.
Quiero, decirte, que te fuiste como una estrella fugaz, que es hermosa pero deja ningún rasatro para apreciar su belleza.
Quiero compararte con una tormenta de verano, que con truenos y relámpagos, cuando el cielo se calma, sale, nuevamente el sol y la tierra aprovecha la humedad, como fue nuestro amor. Una tormenta de verano, que sólo experiencia nos dejó.
Quiero que comprendas, que amores, como los nuestros, no son amores, son heridas sobre heridas, que nunca dejan de cicatrizar. Y puede ser que encontremos,
en vidas separadas, nuestras felicidades.
Quiero que no tengas dudas, yo te amé, con ternura, con respeto y con la pasión que los años me permitian. ¡ Pero tu nunca lo entendiste !
Cuando la pasión, con los años, se fueron, tu te fuiste con ellos.
Quiero, por fin, darte un buen consejo, de alguien que tanto te amó. El amor es entrega, sin años y distancia. La pasión necesita años y distancia, para no apagarce y transformarce en cenizas, como el tronco en el viejo hogar.
¡ No confies en la pasión y en las estrellas fugaces !
¡ Confía en las estrellas, que están en el firmamento, decorando el mismo cielo !
¿ No te parece mejor ?
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