Con mis brazos rodee tu
cuerpo y aspiré el aroma de tu piel, gocé con
su textura y al ayer me
remonté. Mis lágrimas humedecieron tu hermosa piel.
Y como un niño desdichado y
abandonado lloré con el mayor dolor.
Me preguntaste porque lloro
si fue por el reencuentro o solo de la emoción de volver a estar juntos,
No te contesté, no tenía una
respuesta que alivie mi congoja y preferí
callar y procuré olvidar el aroma de tu piel. Si; fue
tu piel que provocó
un torrente de lágrimas
cuando mi olfato descubrió la verdad . Tu olor
era a otro hombre, a otra
cama, a otro fuego, a otro amor. Tu piel fue
alivio para otro varón.
No fue tu ausencia que me
causó el dolor fue el saber que otros brazos
rodearon tu cuerpo llevándote
al éxtasis olvidando mis promesas mis
angustias mi querer.
El tiempo a pasado pero tu
aroma es el mismo; no puedes cambiar de piel
pero yo puedo cambiar de
mujer.
Es por eso que te dejo.
¡Tu sabrás comprender!
Mario Beer-Sheva
“Quien tiene méritos para
envanecerse, no se envanece! José Narosky.-
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