Se ha instalado en mi cerebro haciéndose dueña de mi cuerpo,
de mis sueños, de mis días, de mi vida. Sin pedirlo, sin
saber
la razón vive conmigo y es quien ordena mi falta de alegría.
Asesina de esperanzas y sonrisas, sus cristales son opacos y
así
se ve la vida, sin luna ni estrellas ni sol sólo la
oscuridad y el
silencio que envuelve, que envuelve y enloquece.
Lanzo un grito de auxilio pidiendo que alguien me rescate de
este
pozo, oscuro y sin fondo, y me haga subir a la luz de la
vida, a la
vida sin sombras y pesadillas.
Depresión: maldita seas que marchitas alegrías y arrastras
tristezas
para hundir la vida, borrar sonrisas y matar esperanzas.
Algunos
dicen que es una enfermedad; yo creo que es un castigo que
viene de
lo más alto, para conocer el infierno en la tierra y
acostumbrarnos al
que será nuestra vida de pecados y excesos.
¿Qué puedo hacer para alejar esta maldición? ¿Quitarme la
vida?
Prefiero luchar contra ella en esta lucha desigual: ella
nada pierde, ya
que se instala en cualquier cuerpo para seguir con su mal.
Que esto que escribo sea un grito de auxilio y además de
precaución.
¡Muere maldita depresión vuelve a tus infiernos, ese es tu
lugar!
Mario Beer-Sheva.-
“No hay viento favorable para el que no sabe a donde va” Séneca
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