¿Tienes tu alguna respuesta a nuestro vivir?
Amamos la noche, el silencio, la soledad. Nos enamoramos de
las estrellas que alumbran mientras la luna vigila.
Caminamos
tomados de la mano, sin tiempo ni distancia, y en alguna
esquina
nos detenemos, nos besamos y transmitimos nuestro calor que
nos
dicta el corazón, el calor del amor furtivo.
¿Sabes cual es la razón de nuestro vivir?
Huimos del sol, del ruido, de la gente. Creemos que toda
mirada es
indiscreta y debemos cuidarnos de ellas. Vivimos con nuestro
mayor
secreto, con nuestro mayor pecado, con lo más prohibido que
tiene
la sociedad: ¡Nos amamos!
¿Acaso amarse es un pecado? ¿Hay edad para amar?
El amor llegó a nuestras vidas sin buscarlo ni proponerlo.
No tuvimos
protección para un amor tan intenso; y mucho antes de lo
pensado nos
convertimos en amantes.
¡Amantes, amantes, amantes!
Dulce palabra que dicta el corazón sin uso de la razón. Y
cuando la razón
despierta comienza a ver la realidad, que es triste y
brutal; triste porque
nos hará ver lo real, brutal porque nos hará pecar como
amantes, nada más
que como amantes.
¡Dulce pecado que todos llevamos en nuestro interior!
Mario Beer-Sheva.-
“Entre los caídos hay hombres muy erguidos” José Narosky.-
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