Mis manos se hicieron puños hasta lastimar mis palmas. Mis ojos
veían lo que mi
corazón negaba. Ella descansaba en los brazos de
otro hombre, su boca
calmaba su sed en la boca de él, mientras sus
manos jugaban con su pelo y acariciaban su nuca invitándole
al beso
profundo y total…
Las lágrimas inundaron mis ojos y el dolor se adueñó de mi
pecho,
sentí la vergüenza de un enamorado humillado y sin
contenerme di
vuelta la cara y apurando el paso abandoné el lugar…
Arrastrando mi herida huí a mi refugio, el mismo lugar donde
muchas
noches jugábamos al amor, acaso sin saber, que es un juego
peligroso
porque se hace un hábito amar y amar…
El dolor es intenso y vive en mi como parte de mi cuerpo y
así como la
sueño de noche y día así son las lágrimas que acompañan mis
horas…
Ya nada se puede volver atrás, sólo me queda la enseñanza de
lo que nunca
debemos hacer: jugar al amor…
Es un juego peligroso y muy doloroso vivir la realidad.
Estoy seguro que el
dolor vivirá mi vida, estoy seguro que no volveré a jugar…
Mario Beer-Sheva
“Si no puedes comprenderme, créeme.” José Narosky.-
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