¡He, tu, joven amigo!
Contigo quiero hablar; te cuento que yo también tuve tus
años y
como a ti me gustaba la noche larga, la bebida como las
mujeres
ligeras, los besos y los romances cortos y las promesas sin
cumplir.
Y además pensaba que esos años eran míos y nunca dejaría de
serlos;
hasta que un día, con algunos años encima, noté asombrado
que en la
cama descansaba y a la mañana me levantaba con muchas ganas
de
vivir las flores y los jardines, los amigos de mi edad y la
charla en el
café.
Pero tu sabes, amigo, todo eso terminó si hasta parece que
las flores se
han secado, los jardines han cerrado, los amigos ya no están
y en los
cafés hasta la charla se ha agotado.
El resto ya lo
imaginas: quedé sólo acompañado de recuerdos que
me producen dolor, por haber dejado pasar mi vida apoyado en
un
mostrador esperando el amanecer, mientras reía y besaba a
mujeres sin
honor.
Tu, joven amigo, que aún estás a tiempo aprovecha mis
palabras que si
las tomas como una herencia te serán de gran valor.
Que sepas amigo que en mis años pedí haber tenido la
oportunidad de
alguien que te hable como yo.
Mario Beer-Sheva
“Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me
enorgullece
las que he leído. Jorge Luís Borges
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